Los derechos de la infancia: uno de los retos de nuestra acción sociocaritativa

Hoy 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño​ dedicado a la fraternidad y a la comprensión de la infancia del mundo, un día para llamar la atención sobre la situación de los niños más desfavorecidos, un día para dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.

#CorazonesPorLaInfancia

Para ello y con motivo de esta jornada, Cáritas lanza una iniciativa en redes sociales bajo el hashtag #CorazonesPorLaInfancia con la que se pretende llenar las redes sociales de mascarillas con corazones impresos para expresar una “ruptura” simbólica con el distanciamiento físico al que nos estamos viendo obligados a causa de pandemia. Y es que esta inevitable medida de prevención sanitaria conlleva, en el caso de la infancia y la adolescencia, el riesgo de afrontar una factura social y emocional muy importante en sus procesos de crecimiento e identidad personal y social.

Momentos de incertidumbre y cambios

Esta crisis está privando a los menores en situación social más precaria de parte de sus infancias y adolescencias, de sus propios tiempos, que son muy diferentes a los de los adultos, al privarlos de espacios de seguridad y confianza tan importantes en sus procesos vitales. Junto a ello, este distanciamiento físico los está empujando a cierta invisibilidad social en la vida cotidiana, con el consiguiente riesgo de merma de sus derechos y de sus expectativas de presente y futuro.

La crisis económica padecida en años anteriores ya contribuyó a elevar los índices de pobreza infantil en España, y a ello se suman en la actualidad los efectos sociales causados por la crisis de la Covid-19, que nos dejan un escenario de déficit estructural de las condiciones de vida de las familias con menores, que dificultan el acceso a los Derechos más básicos de la Infancia. Entre ellos el Derecho a una Educación de calidad y que genere igualdad de oportunidades.

Esta situación de pobreza y vulnerabilidad afecta a los niños/as y adolescentes de un número elevado de hogares de nuestra provincia de Huelva, donde Cáritas ha detectado la vulneración de sus derechos más básicos, en especial, un aumento de la brecha educativa.

En esos núcleos familiares, a las graves limitaciones derivadas de la precariedad económica de los progenitores y de sus condiciones de vida, se añade el hecho de que muchas veces no tienen la capacidad para acompañar a sus hijos en los procesos educativos, debido al bajo nivel educativo y a las preocupaciones económicas y situación laboral. Además de ello, carecen de cultura tecnológica y de dispositivos para la enseñanza telemática (ordenadores y tabletas, más adecuados para el estudio que el propio móvil) y de conexión a internet, contribuyendo a acelerar la brecha digital, y por consiguiente también la educativa, agudizada por el periodo de confinamiento vivido, la escasez de tecnologías  y la suspensión de las actividades docentes.

Cabe recordar que la transmisión de las situaciones de vulnerabilidad y exclusión, y las posibilidades, por tanto, de estar en riesgo de pobreza aumentan en aquellos menores cuyos padres no completaron ninguna etapa educativa. De ahí que la educación sea uno de los derechos  de los niños y niñas que más capacidad tiene para romper el círculo de la pobreza y la exclusión social.

Por ello,  desde Cáritas Diocesana de Huelva queremos acompañar a la infancia y sus familias desde los Derechos y trabajar para prevenir o revertir esta pobreza estructural y para que la brecha educativa no siga aumentando. Desde el  Programa  de  Familia,  cuyo objetivo fundamental es avanzar hacia un  trabajo  integral  con las familias, donde  se  tengan  en  cuenta  todos  los  aspectos  que  rodean  a  la  persona,  con acciones que favorezcan un proceso de promoción y desarrollo de las mismas, se considera una prioridad el llevar a cabo acciones con los menores con el fin de fomentar desde edades tempranas actitudes orientadas a la formación, dotación de habilidades sociales, educación en valores y prevenir el absentismo y abandono escolar.

En este sentido, tanto desde el Centro Socioeducativo Educar para Crecer, en Huelva ciudad, como desde el Proyecto IntegrAlcor, de Villalba del Alcor, se presta una atención socioeducativa para dar respuesta a esta realidad de la infancia más vulnerable, ofreciendo a los más pequeños actividades dirigidas a darles apoyo en su formación educativa, para mejorar su rendimiento escolar, y su crecimiento como personas de manera que lleguen a formar parte activa del entorno  en el que viven y puedan superar la situación de desventaja social que, por diversas circunstancias, está mermando sus posibilidades de futuro.

Para ello se realizan diferentes actividades:

  • Actividades educativo-formativas: de apoyo escolar para ayudarles a avanzar en el nivel académico propio de su etapa escolar, apoyándolos en sus tareas escolares, para conferirles confianza y seguridad en sí mismos/as, mejorando su expresión oral, escrita y numérica, técnicas de estudio, creación de hábito, etc.
  • Actividades lúdico-educativas para el aprendizaje de valores y habilidades personales y sociales: a través de diferentes talleres, juegos y dinámicas de grupo se trabajarán, de forma transversal, las habilidades sociales, respeto, compañerismo, comunicación adecuada, respetar las normas, cuidado de materiales, comportamiento cívico, cuidado y respeto hacia el entorno…

Los menores son un grupo muy vulnerable y ahora más dentro de la crisis de la Covid-19. Nuria Martín, responsable del proyecto ‘Educar para crecer’, cuenta que “los niños y niñas traen unas carencias mayores que otros años ya que el confinamiento les ha hecho perder el ritmo académico o, en muchos casos, quedarse en niveles inferiores al que les pertenece por curso”.  Por otra parte, desde el proyecto han tenido que tomar medidas de prevención y distanciamiento para asegurar un ambiente seguro e higiénico. De esta manera, han tenido que  hacer grupos de convivencia más reducidos,  lo que ha aumentado la dificultad de aprendizaje, ya que si antes los niños y niñas iban de lunes a viernes al proyecto, ahora solo pueden asistir entre una y dos veces a la semana.  

Esta crisis está poniendo sobre la mesa la importancia de acompañar a las familias para garantizar que los niños y adolescentes puedan mantener ciertos hábitos y rutinas cotidianas necesarias en sus procesos educativos y de autonomía, impulsando con ellos nuevas formas de aprendizaje con el objetivo de “aprender a aprender”. Por ello, hoy, 20 de noviembre, Día Internacional de los Derechos de la Infancia, reivindiquemos la vulneración de los derechos de los niños, niñas y adolescentes y defendamos el cumplimiento efectivo de los derechos de la infancia los 365 días del año. Todo ello a través de la educación, pues en palabras de Nelson Mandela “la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo”.

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