El pasado 22 de
abril, celebramos el Día Mundial del Agua para recordar la relevancia de este líquido
esencial. La forma en que valoramos el agua determina cómo se gestiona y se
comparte. El valor del agua es mucho más que su precio: el agua tiene un valor
enorme y complejo para nuestros hogares, la cultura, la salud, la educación, la
economía y la integridad de nuestro entorno natural. Si pasamos por alto alguno
de estos valores, corremos el riesgo de gestionar mal este recurso finito e
insustituible.
Para Cáritas
Diocesana de Huelva es una ocasión óptima para tomar conciencia de cómo el
sencillo gesto cotidiano de abrir un grifo y que de él salga agua potable
no es posible para centenares de personas que viven en los asentamientos
chabolistas de nuestra provincia. Este año marcado por la pandemia de la Covid-19, queremos incidir
sobre la importancia del agua para la salud, la prevención de enfermedades como
el coronavirus u otras enfermedades infecciosas.
La
realidad de los asentamientos chabolistas que existe en nuestra provincia no se
puede abordar exclusivamente como un problema de inmigración sino como un fenómeno vinculado al temporerismo y a la
precariedad de las condiciones que estas personas encuentran cuando llegan
buscando empleo. Esta precariedad se concreta en la falta total de recursos de
primera acogida, la carencia de alojamiento alternativo y la vulneración de los
derechos humanos, tales como agua, el saneamiento, la vivienda, la protección social, el trabajo decente y la participación.
Se
trata de una realidad que ha pasado de ser coyuntural a estructural,
preocupando especialmente por el paso de una realidad temporal a la cronificación
existente hoy en día. El antiguo Relator Especial de la ONU sobre extrema
pobreza y derechos humanos, Philip Alston, en su visita el pasado año a los
asentamientos de Huelva constató que “están a kilómetros de distancia del agua
y viven sin electricidad o saneamiento adecuado”. Y es que, las personas que viven en los
asentamientos chabolistas no disponen de agua potable con la cual poderse
duchar, asearse, cocinar o beber. Para conseguirla, muchas personas deben ir en
busca de ella realizando para ello varios kilómetros a pie o en bicicleta,
asumiendo los riesgos que dicha actividad puede acarrear para su integridad.
Por
estas razones, el pasado año Cáritas Diocesana de
Huelva realizó un informe junto con la Universidad de Huelva sobre la situación
de la salud de los migrantes de los asentamientos de nuestra provincia. Entre
las conclusiones más relevantes de la investigación, el informe constató que en
materia de salud y seguridad, el entorno donde residen, así como su situación,
la accesibilidad a los servicios, las características urbanísticas y los dispositivos de
higienización, hacen de los asentamientos lugares aislados, inseguros e
insalubres. El estudio reveló también
que el acceso a agua potable supone el problema básico principal de esta
población ya que condiciona en gran medida su día a día: cómo beber, cómo cocinar, cómo
ducharse o cómo lavarse las manos.
Por todo esto Cáritas Diocesana de Huelva sigue insistiendo en diferentes propuestas para paliar la realidad tan difícil que viven cientos de personas en nuestra provincia, centradas en el ámbito de la higiene y la salud Cáritas Diocesana destaca las siguientes:
La aplicación de medidas de choque
como son la limpieza de las zonas en las que se encuentran los asentamientos.
La recogida de basuras y la instalación de contenedores o cubas.
La sustitución de los envases de
productos fitosanitarios nocivos para la salud
donde estas personas recogen y almacenan el agua que van a consumir.
La puesta en funcionamiento de
letrinas y duchas portátiles vitales para el aseo y la higiene.
El abastecimiento de agua potable en aquellos
asentamientos alejados de fuentes o puntos de agua.
El Santo Padre nos recuerda que el agua es “un derecho humano
básico, fundamental y universal, condición para el ejercicio de los demás
derechos humanos”, un bien al que todos los seres humanos sin excepción, tienen
derecho a acceder de forma adecuada, de modo que puedan llevar una vida digna.
Dado que todo está interconectado, no podemos
asegurar el verdadero desarrollo de la persona humana sin cuidar nuestra casa
común. En 2015, el Papa Francisco cristalizó la enseñanza de la Iglesia
sobre la creación en su carta, “Laudato Si”. Él
nos desafía a todos a considerar cómo nuestras acciones están afectando a la
tierra y a los pobres.
Un año más, con el lema ‘En
conexión con la casa común’ queremos dar continuidad a nuestro Encuentro de
Mundo Rural, un espacio que concede gran valor a la riqueza y al saber de
nuestros pueblos, sus gentes, su entorno natural y sus tradiciones, apostando
por una vida llena de sentido, sencillez y conexión que se realiza por una
parte, con ese patrimonio inmaterial que son las relaciones humanas, las
tradiciones, los rituales, el folklore, los conocimientos, y por otra, con la
Madre Naturaleza y todos los recursos que ofrece.
Contamos con experiencias precedentes
en los años 2015, 2017 y 2019, con encuentros ubicados en distintas zonas de
nuestra hermosa provincia, encuentros que compartieron ese mismo espíritu que
se describe y se mantiene vivo este año, aunque las circunstancias actuales nos
exijan nuevos modos de celebración. Las formas van adaptándose, nunca son
permanentes; el reto que supone la actual pandemia nos desafía a innovar y a
crecer en creatividad.
Este año nos encontraremos
de distinta manera, pero con la misma ilusión y compartiendo los mismos
valores. Esta vez no será un único día sino que desde el 15 de marzo al 8
de mayo se podrá participar en distintas
acciones que tendrán que ver con lo descrito anteriormente. Se dividirán
dichas acciones en cuatro bloques temáticos, y serán actividades que se puedan
hacer individualmente, por equipos parroquiales, grupos, en familia… ¡lo
importante es participar! Este periodo culminará con un gran encuentro online el 8 de mayo, Día del Comercio Justo, en el
que celebraremos la vida en toda su expresión.
El
primer bloque va dirigido a la conexión
que tenemos con la naturaleza. En él proponemos diversas acciones que nos
conectan con la Madre Tierra, como por ejemplo sembrar en una maceta o en un
terreno una planta, reciclar, reducir residuos o hacer un sendero. En el
segundo bloque, proponemos conectarnos
con otras organizaciones, entidades o grupos parroquiales, porque juntos
sumamos todos. Las actividades en este bloque van dirigidas a interesarnos por
asociaciones que no conozcamos, por Cáritas Parroquiales con las que no
tengamos mucho contacto e interesarnos para poder aprender de ellas. En el
tercer bloque ‘Conectándonos con la
comunidad y las personas’ hemos pensado en iniciativas y actividades que
nos unan y fortalezcan el tejido social y comunitario. Para ello proponemos
interesarnos por los vecinos de nuestra zona, preguntar si necesitan algo,
preocuparnos por nuestras personas mayores… Por último, en el cuarto bloque ‘Conectándonos con saberes y tradiciones
ancestrales’ queremos acercarnos a los artesanos que trabajan en nuestros
pueblos o en la ciudad, interesarnos por las recetas antiguas que aún hoy
seguimos haciendo o aprender alguna técnica manual que se haga en tu zona.
Todas estas iniciativas nos las podréis
enviar por correo electrónico y así las compartiremos en nuestra página web.
La firma onubense dona a la entidad 150 bombonas de butano, que garantizan el suministro durante al menos tres meses en hogares atendidos por Cáritas y cuya situación se ha agravado por la pandemia
Huelva, 16 de marzo de 2021. La empresa Distribuidora Onubense del Hogar (Dishogar) y Cáritas
Diocesana de Huelva han firmado un convenio de colaboración para poner en
marcha la campaña ‘La bombona solidaria’ en la capital
onubense con el objetivo de atender a la creciente demanda de suministro de
butano en hogares desfavorecidos y que han visto agravada su situación a causa
de la crisis generada por la pandemia de coronavirus.
La directora de Cáritas Huelva, Pilar Vizcaíno, y el gerente de Dishogar, Manuel Pedrouso, ha suscrito un acuerdo por medio del cual la empresa onubense suministradora de energía se compromete a la donación de un total de 150 bombonas de butano para su entrega en los domicilios particulares del municipio de Huelva atendidos por esta entidad o en aquellos que considere oportunos en función de sus criterios sociales de ayuda y necesidad.
Con esta donación, Dishogar garantiza las necesidades de bombonas de
butano de la organización humanitaria de la Iglesia Católica para los hogares
onubenses más vulnerables durante al menos tres meses, pudiéndose ampliar este
periodo de tiempo hasta el agotamiento de las unidades donadas por la firma
onubense.
El gerente de Dishogar, Manuel Pedrouso, ha explicado que esta
colaboración “nace de la firme convicción de nuestra empresa en sumar
voluntades para, dentro de nuestras posibilidades, ayudar a paliar los graves
efectos que la pandemia de coronavirus está causando en muchos hogares
onubenses, ya que las empresas energéticas somos plenamente conscientes de las
dificultades de consumo y acceso que la pandemia ha provocado”.
En este sentido, Pedrouso ha alabado “el gran trabajo de ayuda a los
demás que viene haciendo Cáritas en Huelva desde hace muchos años” y ha
destacado que la campaña ‘La bombona solidaria’ “quiere ser un grano de arena
más en la magnífica labor que realiza esta entidad”.
Por su parte, Pilar Vizcaíno, directora de Cáritas Diocesana de Huelva,
ha destacado que “son varias las empresas que están colaborando y
apoyando la labor que estamos realizando con las personas más
desfavorecidas, por lo que creemos que es esencial que el tejido empresarial onubense
se implique en conocer las realidades que se están detectando y las acciones
que se llevan a cabo”. En este sentido, ha afirmado que “es muy importante el
compromiso de todos para transformar la realidad y este tipo de gestos
refuerzan nuestro trabajo y la respuesta que damos a las personas más
vulnerables. El gas es un bien de primera necesidad que posibilita a las
familias el poder acceder al agua caliente, a poder cocinar y a tener cubiertas
sus necesidades básicas”.
Distribuidora Onubense del
Hogar (Dishogar) es una empresa que nace en el año 2010 de la unión de las
distribuidoras históricas de Huelva y su provincia. Ampliamente consolidada
como referente en energía en la provincia onubense, es servicio oficial y
empresa instaladora autorizada, realizando instalaciones domésticas e
industriales de butano, propano y gas natural, venta de gasodomésticos e
instalaciones fotovoltaicas.
Cuando se cumple el aniversario de la declaración del estado de alarma a causa del impacto de la Covid-19 en nuestro país, Cáritas Española rinde cuentas de cuál ha sido su respuesta en estos meses a los graves efectos sociales de la pandemia.
En una rueda de prensa en la que han intervenido el presidente y la secretaria general de Cáritas, Manuel Bretón y Natalia Peiro, junto al coordinador del Equipo de Estudios, Raúl Flores, se ha presentado un informe con datos detallados sobre las acciones desarrolladas desde marzo de 2020 por el conjunto de las 70 Cáritas Diocesanas del país.
Además de rendir un reconocimiento al profundo dolor por las pérdidas humanas que sigue causado el coronavirus en el conjunto de la sociedad española y, como parte de ella, en la familia Cáritas y en su amplia base social, el informe pone el foco en los hitos de la actividad llevada a cabo para auxiliar a las personas y familias en situación más vulnerable. Los datos no sólo se refieren al trabajo dentro de nuestras fronteras, sino que amplía su mirada hacia el apoyo que Cáritas Española viene dando a las demandas de ayuda de muchas Cáritas hermanas de países empobrecidos golpadas por esta emergencia global.
La respuesta de Cáritas en España
Como ha señalado Natalia Peiro, “desde que comenzó la crisis sanitaria y las restricciones a la movilidad, el empeoramiento en las condiciones de vida de la población se sintió muy rápidamente en nuestra red estatal de recursos de acogida y asistencia”. “Sólo en los primeros meses de la pandemia —afirmó— las demandas de ayuda que recibieron en toda España las Cáritas se incrementaron un 57% y hubo períodos y determinados espacios territoriales en los que muchas Cáritas vieron cómo se triplicaban las solicitudes de ayuda”.
En términos absolutos, esta crisis ha provocado que en torno a 500.000 personas hayan llamado por primera vez a las puertas de Cáritas o hayan acudido después de mucho tiempo sin necesitarlo. De hecho, durante esta crisis, una de cada tres personas (33%) es nueva o hacía más de un año que no acudía buscando ayuda. Un 26% de quienes han recurrido a Cáritas a causa de esta crisis lo hacen por primera vez.
Cáritas ha centrado la respuesta a la Covid en tres aspectos concretos:
– Mantener el apoyo a las familias con las que ya se estaba trabajando, y cuya situación se ha agravado con esta crisis.
– Acompañar a las familias que acuden por primera vez a causa de la precariedad sobrevenida ante esta realidad.
– Adaptar la acción de voluntarios y contratados a la nueva situación impuesta por el distanciamiento social para garantizar el acompañamiento a las personas que demandan el apoyo de Cáritas.
“Cáritas –indicó la secretaria general— tuvo que reinventar sus itinerarios de acompañamiento a causa de la pandemia. Muchas actividades, al menos en la primera fase, fueron necesariamente suspendidas o aplazadas, como las acciones presenciales de formación, las visitas domiciliarias, o los trabajos y dinámicas con grupos. En algunos recursos donde la presencia física era estrictamente necesaria, las mayores dificultades vinieron por la ausencia de equipos de protección y por la falta de personal”.
La pandemia “nos ha lanzado a activar un Acompañamiento 2.0 basado en la multiplicación de la escucha telefónica y el uso de aplicaciones digitales de conexión, el apoyo escolar o las clases de español telemáticas, el recurso a transferencias económicas para sustituir las ayudas en especie o la recepción on line de documentación”, añadió.
Para afrontar la vulnerabilidad de las familias agravada o sobrevenida por la crisis, Cáritas ha tratado de asegurar un seguimiento en el acompañamiento personalizado, incorporando medidas de prevención y seguridad, y, durante las semanas de confinamiento, garantizar este acompañamiento a través de teléfono y canales digitales; acompañar a personas solas, enfermos y mayores; avanzar en la dignificación del derecho a la alimentación, fomentando el uso de tarjetas solidarias; y el apoyo en el propio domicilio.
Explosión de solidaridad
Más allá del compromiso de las personas voluntarias y contratadas durante la pandemia, la respuesta de Cáritas a las necesidades de esta emergencia está siendo posible gracias a la movilización social y a la explosión de solidaridad que la sociedad española mostró desde el inicio, y que se ha manifestado de manera muy intensa desde el lanzamiento, el 14 de marzo de 2020, de la campaña “Cáritas ante el Coronavirus”.
Esta corriente de solidaridad se ha traducido para el conjunto las 70 Cáritas Diocesanas de toda España en el apoyo de 70.666 donantes, cuyas aportaciones han sumado 65 millones de euros.
De estos fondos, 34,5 millones de euros provienen de 67.094 donantes particulares y 30,3 millones de un total 3.572 empresas e instituciones. Asimismo, de los 65 millones de recaudación, 6,5 millones han sido donaciones en especie.
En palabras de Natalia Peiro, “Cáritas tiene sobradas razones para el agradecimiento por este apoyo masivo a nuestra misión y la confianza que demuestra hacia nuestra capacidad de respuesta a los efectos de la pandemia en las familias más vulnerables, porque la solidaridad de tantos donantes y colaboradores nos ha permitido seguir estando cerca de las personas más desfavorecidas en un contexto de emergencia sanitaria”.
Recursos invertidos
En términos de inversión económica a las necesidades de la pandemia, la Confederación Cáritas en España ha movilizado estas partidas económicas:
– 41.163.068 euros a ayudas directas, que han permitido a las familias acompañadas cubrir en parte necesidades tan básicas como la alimentación, la higiene, los gastos de vivienda o de suministros.
– 991.963 euros a material sanitario y de protección, tanto para las familias atendidas como para nuestro personal y para los centros y dispositivos de atención directa.
– 1.014.634 euros para la contratación de personal de refuerzo para aquellos proyectos que se han visto desbordados.
– 3.307.160 euros de apoyo a la infancia. Dentro de este capítulo se ha dado respuestas a las necesidades especiales de familias con niños, niñas y adolescentes, donde junto a las demandas materiales básicas (añadidas a las que ya existían con anterioridad a causa de la pérdida de muchos empleos), surgen otras derivadas de la gestión a distancia del curso escolar, como son la necesidad de equipos y acceso a internet, o de apoyo escolar a distancia, por ejemplo.
– 2.444.290 euros para atender las necesidades de la acción internacional. Cáritas Española ha apoyado un total de 65 proyectos, que ha sido respaldada con fondos aportados por más de la mitad de las Cáritas Diocesanas de nuestro país.
El Impacto de la pandemia en las personas excluidas
Durante la rueda de prensa se aportaron datos sobre los efectos que la Covid está teniendo en las personas en situación de exclusión social. Como recordó Raúl Flores, esta emergencia social y sanitaria “está teniendo un grave impacto sobre ese 18,4% de la población en España (8,5 millones de personas) que, según datos del VIII Informe FOESSA (2019) se encontraba en situación de exclusión social. Y de ellos, más de 4 millones de personas estaban en situación de exclusión social severa”.
En ese mismo año, Cáritas acompañaba ya a más de 1,4 millones de personas dentro de toda España y a 1 millón más en los países empobrecidos.
“Es en este contexto donde se declara la pandemia –explicó—, cuyas consecuencias han sido especialmente graves para quienes ya se encontraban en situación de vulnerabilidad y que se ha traducido en un incremento de la brecha social”.
Según datos del último informe del Observatorio de la Realidad social de Cáritas Española aportados por el coordinador de Estudios en su intervención y que describe la realidad a fecha de febrero pasado, 258.000 personas acompañada por Cáritas viven en hogares que no cuentan con ningún ingreso económico; es decir, son 75.000 personas más que antes del comienzo de esta crisis. Esto se traduce en que más de 825.000 personas acompañadas por Cáritas están en situación de pobreza severa, es decir, con ingresos inferiores a 370 € al mes para un hogar unipersonal o a 776 € para hogares formados por dos adultos y dos niños.
Asimismo, alrededor de 700.000 personas viven en hogares que no pueden hacer frente a los gastos de suministros de su vivienda, es decir, no pueden calentarse adecuadamente o no pueden encender la luz siempre que lo necesitan. El 16% de las familias (cerca de 77.000) se han visto obligadas a cambiar de residencia para disminuir los gastos. Para casi el 45% de los hogares atendidos por Cáritas afrontar los gastos derivados de la vivienda suponen una grave dificultad.
Un impacto especial en las familias con menores, en los mayores solos y las personas sin hogar
En el informe presentado hoy, se constata cómo el confinamiento potenció la desigualdad tecnológica y agudizó la brecha digital, que se convierte en un factor exclusógeno, es decir, es consecuencia y a la vez causa de la exclusión social. El 52% de las familias acompañadas por Cáritas están en una situación de cierto apagón tecnológico al no contar con conexión ilimitada, dispositivo o competencias suficientes para manejarse en internet.
Uno de los ámbitos en los que se identifica claramente la brecha digital como motor de la exclusión es el ámbito educativo, pues más del 60% de hogares en los que hay, al menos, un menor de edad que tuvo dificultades para terminar el curso, son hogares en los que no hay plena conectividad.
La soledad ha sido otra de los dramas impuestos por la pandemia. Aunque esta no es una realidad nueva, la situación de aislamiento físico a la que se han visto sometidas muchas personas mayores, claramente la endurece. La vulnerabilidad social evidenciada en esta crisis también pone de manifiesto los escasos recursos que existen para favorecer los cuidados en los domicilios, lo que propicia mayor desprotección en las personas mayores y en quienes las cuidan, ya sean empleadas o familiares.
En Cáritas, antes de la pandemia contaba ya con 29 centros residenciales, 12 centros de día, 2 casas hogar, 4 pisos tutelados, más de 4 unidades de convivencia y/o apartamentos acompañados. Además, la Confederación cuenta con 30 programas de acompañamiento en el domicilio, tanto en zonas urbanas como rurales. En conjunto, supone un total de más 7.000 personas mayores acompañadas por Cáritas. Gracias a la colaboración de muchas personas, se ha podido incrementar notablemente en todos estos meses el número de mayores acompañados, hasta llegar a casi 11.000 en estos momentos.
El impacto que de la Covid ha sido, también, tremendamente costoso para las personas que carecen de un hogar donde poder refugiarse, cuidarse o pasar el confinamiento inicial, una carencia que, si ya aumenta su vulnerabilidad de forma general, se ha visto agravada durante la pandemia al dificultarse –o imposibilitarse— el acceso a espacios de higiene y/o aislamiento. Dormir en la calle o permanecer en alojamientos temporales o de emergencia ha expuesto, además, a un alto riesgo de transmisión del virus a las personas sin hogar, una población ya de por sí de alto riesgo médico, que en muchas ocasiones se ven desproporcionalmente afectados por problemas añadidos de salud y/o discapacidad.
La pandemia ha obligado a diversificar la respuesta a las necesidades de estas personas para, entre otras medidas, adaptar los recursos de acogida y alojamiento, y dotarlos de mayor flexibilidad horaria; adecuar y rehabilitar espacios para acoger a las personas sin hogar y sin vivienda en condiciones de seguridad, como seminarios o pisos vacíos; conciertos a nivel local con hoteles y pensiones para garantizar un alojamiento adecuado a personas en situación de calle; o ayudas económicas y de alquiler, hipotecas, suministros u otros de manera preventiva y enfocadas al mantenimiento de la vivienda.
Gracias a todas estas actuaciones, si antes de que comenzara la crisis en Cáritas, a través de diferentes tipos de proyectos, se atendía en torno a 40.000 personas en situación de sin hogar, durante la pandemia se han creado 13 nuevos centros y más de 1.400 nuevas plazas para personas sin hogar.
El impacto de la crisis en los países empobrecidos
La crisis sanitaria de la COVID-19 está siendo, también, una crisis inédita a nivel global, que está dejando profundas huellas y que ha afectado de manera desigual a comunidades, países y regiones.
Desde la cercanía y proximidad a las Iglesias locales, Cáritas conoce de primera mano el impacto presente y futuro que la crisis sanitaria, económica y política derivada de la pandemia está ocasionando en los países más empobrecidos, donde millones de personas que carecen de acceso a sanidad, ni a agua potable, ni a medidas de protección, ni a las vacunas están viendo multiplicadas sus condiciones de precariedad ante esta emergencia. Esta crisis está suponiendo dramáticas cifras de contagio y la pérdida de millones de vidas en los diferentes continentes y regiones de este planeta.
Cáritas alerta especialmente de la realidad de las personas migrantes y refugiadas. En muchos lugares se está aprovechando esta crisis para recrudecer los controles, limitar el acceso y aumentar las violaciones de derechos humanos de las personas en situación de movilidad humana en nombre de la prevención de la pandemia.
En el informe se denuncia, de forma concreta, la realidad de sobresaturación que se vive en los centros de acogida en la frontera Este de Europa; las extremas condiciones de vida de las personas roynghas en los campos de refugiados de Cox Bazaar, en Bangladesh; la crisis humanitaria que viven los desplazados internos en la región del Sahel; la situación de millones de venezolanos en los países vecinos (Ecuador, Perú y Brasil, especialmente); o la dramática emergencia alimentaria de los pueblos centroamericanos, agudizada por el impacto de los huracanes Eta y Lota por la región.
Otra realidad agravada con el impacto del virus es la de los pueblos amazónicos, cuya situación previa de vulneración de derechos no ha hecho más que empeorar a causa de la pandemia: invasión de territorios indígenas, expolio de los recursos naturales de forma descontrolada por parte de empresas extractivas legales e ilegales, dificultad de acceso a la salud y al agua segura, o medidas de protección adecuadas a su situación.
Esta situación generalizada de desventaja de los países del Sur ante el coronavirus se está poniendo también de manifiesto con el acceso a las vacunas. Si vacunar a los que más lo necesitan en España y Europa es todo un desafío, en las realidades internacionales que acompaña Cáritas las dificultades se multiplican para cumplir ese objetivo ante limitaciones como la disponibilidad, la logística, la capacidad de compra, la eventual producción local y el reajuste de los mensajes sobre lo que es realmente la pandemia.
Cáritas secunda, en este reto, el llamamiento del Papa Francisco a que la Iglesia sea corresponsable en las estrategias de vacunación, especialmente en el continente africano donde la Iglesia católica tiene una red sólida y bastante extendida de salud y reconocida.
Impacto en el voluntariado
Los recursos humanos de Cáritas no han sido ajenos a esta crisis, muy especialmente en las más de sus 80.000 personas voluntarias, sobre todo si se tiene en cuenta que una parte importante tiene más de 65 años y, por tanto, parte de uno de los grupos de riesgo ante el virus. Esto ha supuesto una reducción significativa del voluntariado activo, que, por obvias medidas de aislamiento y autoprotección, se vio reducido a un 39% durante el confinamiento y a un 63% en estos momentos.
Las personas voluntarias que se han mantenido activas han tenido que adaptarse a la nueva realidad para poder estar al servicio de las familias atendidas. Esto ha provocado que el 36% del voluntariado de Cáritas haya cambiado su actividad principal durante la pandemia para asumir trabajos más urgentes y puntuales.
Y una vez que se tuvo claro cómo poder recibir a las personas en las parroquias respetando las medidas de higiene y distanciamiento social, se han adaptado los lugares de acogida para poder atender con seguridad a quienes han seguido acudiendo a Cáritas. Esto ha permitido recuperar un 24% del voluntariado que, por su propia seguridad, tuvo que permanecer inactivo durante el confinamiento.
Al mismo tiempo, en este período ha sido muchas las personas que se han ofrecido a Cáritas para colaborar como voluntarios. Fruto de ello ha sido que más de 6.000 personas se hayan incorporado al voluntariado de Cáritas, un refuerzo esencial que, junto con la coordinación con otras entidades sociales y, cuando ha sido posible, con los servicios de las Administraciones públicas, ha sido clave para sumar fuerzas y organizar la ayuda.
Agradecimiento de Manuel Bretón
El presidente de Cáritas quiso cerrar el turno de intervenciones de la rueda de prensa con unas emotivas palabras de “agradecimiento a nuestros voluntarios los que han estado al pie del cañón en las parroquias y proyectos o en la atención telefónica, o a aquellos que tuvieron que retirarse, como medida de prudencia, y desde sus hogares nos han mantenido con su oración; un agradecimiento que hago extensivo a nuestros trabajadores incondicionales y entregados en jornadas interminables”.
“Queremos dar las gracias –afirmó Manuel Bretón— a nuestros donantes particulares y empresas comprometidas con nuestro trabajo, gracias a las parroquias y centros diocesanos, a las congregaciones religiosas y a nuestros obispos, que han puesto a disposición de las Cáritas los recursos de las Diócesis”.
“Y gracias al conjunto de la sociedad que, en momentos de tanta zozobra, de tensión e incertidumbre ha acudido a paliar el dolor de los que más sufrían confiando en el trabajo de Cáritas”.
“Esto, sin embargo, no ha llegado a su fin, ya que las consecuencias económicas van a dejarse notar durante mucho tiempo, especialmente entre las personas más débiles y en situación más precaria. También entonces nos tendrán a su lado, mitigando su sufrimiento y ayudándoles a reclamar sus derechos, una misión para la que también necesitaremos el apoyo de toda la sociedad”, concluyó.
En el Día Internacional de la Mujer, Cáritas alerta de cómo la pandemia sanitaria provocada por la Covid-19 está aumentando las desigualdades entre hombres y mujeres, y las graves vulnerabilidades a las que ellas se tienen que enfrentar cada día tanto en los ámbitos económico y social como educativo.
A través de su amplia red de programas de apoyo y escucha (centros de día, recursos residenciales o servicios de atención, entre otros). Cáritas es testigo de cómo durante la pandemia se han disparado las dificultades de las mujeres acompañadas para acceder a una vida digna y merman aún más las oportunidades de elegir su propio proyecto de vida a causa de las barreras que impiden su desarrollo personal y laboral.
La Covid-19 también tiene rostro de mujer
Los efectos de la pandemia no son neutros en cuanto al género de las personas acompañadas por Cáritas. Las mujeres son doblemente golpeadas por un modelo estructural, en el que al flagelo de las violencias machistas se suman las desigualdades múltiples, como son el origen étnico, la edad, la situación socioeconómica, la discapacidad o la ubicación geográfica, que impactan en las mujeres en condiciones más precarias y aumenta su riesgo de exclusión social. Si en 2020 decíamos que la pobreza tiene rostro de mujer, en 2021 podemos atestiguar, por nuestra experiencia, que los efectos de la pandemia también lo tienen.
Se trata de un retroceso global. A través de la red internacional de Cáritas y del apoyo que Cáritas Española presta en terceros países al trabajo con mujeres vulnerables que desarrollan las Cáritas nacionales, se constata que las mujeres tienen puestos de trabajo de mayor precariedad, no sólo en cuanto a salario, sino a condiciones laborales, inestabilidad o vulneración de derechos, además de mayor probabilidad de estar empleadas en el sector informal.
Las mujeres, además, afrontan desventajas de acceso igualitarias para las mismas prestaciones sociales, conforman la mayoría de los hogares monoparentales y son las principales sustentadoras de los cuidados familiares. A ello se une el incremento de las situaciones de violencia que se ha producido durante el confinamiento domiciliario obligado por la pandemia.
80.000 mujeres acompañadas en España
Cáritas acompaña a más de 80.000 mujeres en situación de exclusión social en España a través de diferentes programas. En 2019, el conjunto de la Confederación Cáritas en nuestro país proporcionó atención especializada a 9.703 mujeres a través de 42 proyectos diferentes en más de 40 localidades. A ello se suma una importante acción a nivel internacional, con el apoyo a proyectos en 48 países de todo mundo.
Impulsar un cambio de mirada
Ante la celebración del 8 de marzo en un año en el que la pandemia sanitaria ha agudizado aún más las desigualdades, especialmente las de género, Caritas quiere poner el acento en la necesidad de un cambio de mirada en pro de la igualdad que tenga en cuenta algunos elementos claves desde nuestra experiencia:
– Los hogares monomarentales se encuentran en mayor riesgo de pobreza y exclusión. Según un informeelaborado por Cáritas en septiembre de 2020 sobre los efectos de la COVID-19 en las familias acompañadas, los hogares monoparentales, que en su inmensa mayoría están encabezados por mujeres, la pobreza se sitúa en el 62%, un porcentaje superior al que arroja el conjunto de familias acompañadas por Cáritas (54%). Si ponemos en relación pobreza y situación laboral, se constata que la precariedad afecta en mayor medida a los hogares monomarentales al tener que afrontar graves dificultades como las relacionadas con la adquisición de materiales escolares, el pago de la vivienda y suministros domésticos o mantener una alimentación adecuada.
– La salud, la limpieza, los cuidados, la alimentación, el pequeño comercio de proximidad, que tienen en común su carácter esencial en tiempos de crisis, son profesiones eminentemente feminizadas. La economía de los cuidados se basa en la desigualdad de género y está en su mayoría en manos de mujeres, tanto si tenemos en cuenta la economía formal como la economía sumergida (desde la docencia, la enfermería, los servicios públicos del cuidado de ancianos, menores o servicio doméstico, entre otros). A esto se suma la economía informal en el ámbito del hogar, dónde las mujeres se encargan principalmente del trabajo de cuidados, un trabajo no remunerado e invisibilizado. Además, las niñas y las adolescentes también se ven afectadas por la carga del trabajo de cuidados en el entorno doméstico. De ahí la importancia de constatar en qué medida la pandemia ha supuesto para las mujeres una sobrecarga de tareas y responsabilidades, que conlleva un impacto en su salud física y emocional.
– Las mujeres tienen mayor probabilidad de estar expuestas al virus. En abril de 2020, Naciones Unidas adelantaba que las mujeres constituyen el 70% de la fuerza de trabajo en el sector sanitario y tienen más probabilidades de trabajar en la primera línea de atención, especialmente las enfermeras, las comadronas y las trabajadoras sanitarias. Lo mismo cabe decir para la mayoría del personal de servicio de los establecimientos de salud (limpieza, lavandería o comedores). Los datos actuales proporcionados por el Parlamento Europeo lo confirman.
– La discriminación racial y étnica es otra de las barreras a las que se enfrentan muchas mujeres, como es el caso de las mujeres migrantes y racializadas, quienes, en su mayoría, realizan trabajos esenciales para el sostenimiento de la vida, como los cuidados de personas mayores y dependientes, y de niñas y niños, limpieza, agricultura o alimentación, entre otros. Se trata de trabajos claves para nuestra sociedad que acrecen de reconocimiento, tanto económico como social o cultural, a lo que se añade la desprotección y discriminación a la que están sometidas.
Las mujeres y las niñas, sin duda alguna las más afectadas por la grave crisis mundial creada por la pandemia, son también el pilar fundamental en la recuperación y construcción de un mundo más justo, solidario e inclusivo. En los procesos de acompañamiento a las mujeres en situación de exclusión social, somos testigos de la activa capacidad de liderazgo y autonomía de las mujeres a la hora de protagonizar su propio desarrollo, lo que demuestra en qué medida es posible otro modelo de sociedad basado en la igualdad, tanto en el hogar como en las comunidades y en la vida política.
Unas políticas que pongan en centro a las mujeres y niñas
Urge, por ello, que todas las políticas públicas pongan en el centro a las mujeres y las niñas en todos los ámbitos, y acaben con las dinámicas de exclusión social. Si no ampliamos la mirada, si no incorporamos el enfoque de género en la lucha contra la pobreza y la exclusión social en un momento tan importante como el actual, se estará perpetuando y reforzando la desigualdad de nuestro sistema. Y, en lugar de avanzar, estaremos retrocediendo. La actual crisis no puede dejar de ser una oportunidad para transformar nuestro sistema global de cuidados.
Es fundamental tener en cuenta las palabras del Papa Francisco, en su libro “Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor”, en el que, al reflexionar sobre los retos de la Covid, afirma que “los países con mujeres como presidentas o primeras ministras reaccionaron, en términos generales, mejor y más rápido que otros a la pandemia, tomando decisiones con celeridad y comunicándolas con empatía (…) En particular, pienso en mujeres economistas, cuya mirada innovadora resulta especialmente oportuna para esta crisis”.
En este 8 de marzo, Cáritas insta a las Administraciones públicas, a los responsables políticos, a los agentes económicos y sociales, a la comunidad cristiana y a la sociedad en su conjunto a promover y poner en marcha planes de respuesta a la actual crisis sanitaria, social y económica que aborden las repercusiones de la pandemia en función del género, promoviendo una educación en igualdad con el objetivo de erradicar la transmisión intergeneracional de la desigualdad de género en la que se basa nuestro actual sistema.
Ante
la celebración el 8 de marzo del Día de la Mujer, Cáritas Diocesana de Huelva
lleva años trabajando de manera transversal
dentro de todas sus áreas el tema de la igualdad de oportunidades entre mujeres
y hombres, así como poniendo el énfasis en la detección de situaciones de
especial vulnerabilidad que pueden
sufrir las mujeres. Además desde Cáritas se pone el foco en el agravamiento de
la situación de vulnerabilidad de las mujeres que sufren algún tipo de
violencia por ser mujer. Estas situaciones son acompañadas a través del
proyecto ‘Atención a las mujeres en
situación de marginalidad’, más conocido como proyecto AMMAR y los talleres de
intervención y educación familiar que se organizan desde el Área de Familia.
Hay
que tener en cuenta que la población de mujeres que Cáritas Diocesana de Huelva
atiende está constituida por mujeres que viven distintas situaciones de
pobreza, exclusión, marginación y violencia. Son mujeres tanto españolas como
inmigrantes, víctimas de discriminaciones importantes y múltiples, que muchas
veces tienen imposibilidad de acceder a sus derechos más básicos (educación,
vivienda y empleo). Además, la figura principal que acude a los espacios de
acogida son fundamentalmente mujeres, ya que son las que habitualmente
encabezan sus familias. Por otro lado hay un porcentaje muy alto de familias
monoparentales con hogares encabezados por mujeres. Son ellas las que en la
mayor parte de los casos asumen la responsabilidad de tirar hacia delante con
sus familias porque muchas veces sus parejas no desempeñan un papel importante
en el entorno familiar.
En
muchas ocasiones hay conductas y sucesos en sus vidas que inciden muy
negativamente en la salud integral de estas mujeres: distintos tipos de
dependencia, ser víctima de explotación sexual o estás en contexto de
prostitución, vivir o haber vivido malos tratos físicos y psicológicos, no
tener pautas claras de cuidados de la propia salud… Por ello es importante dar
una respuesta para fortalecer su salud integral. En este sentido, Cáritas
Diocesana de Huelva desempeña acciones concretas para paliar esta problemática.
Dentro del proyecto AMMAR para promover la igualdad de género y favorecer la
integración social y el desarrollo personal de las mujeres, se desarrollan talleres orientados a
mejorar su promoción, como son un taller artesanal y otro de peluquería y estética
que llevan de la mano talleres transversales de género e igualdad, habilidades
personales y sociales. Además de esta actividad, se visita a las mujeres en situación de calle para conocer su realidad
en primera persona y crear un vínculo que impulse el trabajo con la mujer.
También, según la problemática de la mujer, se comienza a trabajar un proceso
personal con la mujer donde ella es la protagonista de su propio cambio donde
es acompañada en todo momento.
Las
mujeres que se atienden en este proyecto han vivido durante mucho tiempo en la
exclusión social, por lo que vienen muy deterioradas a todos los niveles,
tienen graves dificultades para su inserción social, sienten indefensión,
pierden el control de su vida y de sus sentimientos. Este estado se acaba
generalizando y la mujer termina en un estado de indefensión aprendida,
pensando que no puede conseguir avanzar en su vida.
Algunas
de las características comunes que experimentan las participantes es que suelen tener baja autoestima y baja
cualificación laboral, manifiestan malestar consigo mismas y muestran una
tendencia a infravalorar sus capacidades, conocimientos y habilidades. “Otro
sentimiento que les acompaña es la ansiedad y la depresión, tienen dificultad
para tomar decisiones, experimentan una gran inseguridad, miedo a hacer frente
a situaciones nuevas, poco apoyo tanto familiar como social, acoso por parte de
la pareja, son cabezas de familia con dificultad de horarios y urgencias de
ingresos económicos para hacer frente a sus necesidades y a las de sus hijos e hijas”,
cuenta Petri Chaparro técnica del proyecto AMMAR Puertas Abiertas. Con esta acción, Cáritas Diocesana de Huelva
es ofrecer un acompañamiento integral a estas mujeres, para que no se sientan
sola en su proceso y tengan asegurado el acceso a los recursos socio sanitarios
que ofrece la comunidad.
Otra de las acciones realizada desde el Área de Familia
en las parroquias de Huelva ciudad cabe destacar el trabajo de intervención y educación familiar que se realiza en
varias parroquias desde hace más de cinco años. Se trata de una acción que se
va consolidando en algunas parroquias de la periferia de Huelva como son la de San Fco de Asís, la de Sagrada
Familia, Ntra Sra del Carmen y Ntra Sra de los Dolores, que siguen apostando
por tratar de ofrecer una respuesta integral a las problemáticas y necesidades
detectadas en las familias atendidas. En ellos participan mujeres jóvenes con
graves dificultades socioeconómicas, a las que se acompaña durante varios meses
con el fin de promover su desarrollo y crecimiento personal, detectando y
trabajando sus carencias y reforzando sus capacidades o potencialidades de
manera que se conviertan en protagonistas de su proceso de cambio, y se
involucren más en la resolución de sus problemas.
La
ventaja de trabajar de forma grupal es el poder generar espacios de relación,
de encuentro y de aprendizaje donde se acompaña a las mujeres desde la
cercanía, desde la cotidianeidad de sus circunstancias. Es un lugar donde ellas
pueden abrirse y compartir miedos, dificultades y logros, reducir el estrés y
la ansiedad, donde se potencia el conocimiento personal y puedan reconocerse
como personas valiosas y capaces de mejorar su vida.
Hay
que tener en cuenta que estas mujeres, que en su mayoría son portadoras de la
situación propia y la de sus familias y llevan el peso de los problemas, no
disponen de espacios de aprendizaje, de apoyo, de escucha de sus preocupaciones
e incluso de ocio. El trabajo en grupo se convierte para ellas es un espacio no
sólo de aprendizaje sino también de terapia personal. Supone un tiempo que
dedican a ellas mismas, al encuentro consigo mismas y con las demás.
Desde
esta realidad cobra importancia la necesidad de realizar un trabajo integral
con las mujeres teniendo en cuenta todos los ámbitos de la persona y trabajar con ellas desde un proceso educativo
que contemple sus capacidades y posibilidades y su desarrollo en algunas
dimensiones como la adquisición de competencias personales, socio-familiares,
domésticas, hábitos saludables y prácticas de autocuidado físico, reducción de
conductas de riesgo y prevención de la violencia de género.