El voluntariado es la gran riqueza de Cáritas, pero también de toda la población española. Su entrega gratuita y generosa surge de una sociedad, que sigue considerando la acogida y la apertura a los demás como un valor que orienta nuestras vidas.
Conscientes de este bien compartido, Cáritas Española se une a la celebración del Día Internacional de los Voluntarios, el 5 de diciembre, y agradece a todos sus colaboradores su papel callado y poco visible que hace posible mantener encendida la frágil llama de la esperanza en muchos hogares heridos por la exclusión social o la pobreza.
Cáritas Diocesana de Huelva cuenta con 767 personas voluntarias. En Cáritas Española, en total somos 72.447 personas voluntarias. De ese total, dos de cada tres son mujeres y la mitad tienen entre 45 y 64 años. La fuerte opción evangélica de la mayoría de las personas voluntarias explica su larga trayectoria dentro de nuestra organización, ya que uno de cada dos lleva más de seis años.
“Estar cercar, acompañar, cuidar, son señas de identidad de nuestro voluntariado. No se trata solo de hacer, sino también de estar, de escuchar. Lo propio del voluntariado es la ´projimidad´, el vínculo que se va fraguando en la escucha, en el acompañamiento en tramos del camino en los que las personas en situación de exclusión precisan de esa compañía”, explica José Luis Graus, responsable del Voluntariado en Cáritas Española.
Las personas voluntarias son sin duda el corazón de Cáritas. “Representan a esos corredores de fondo -puntualiza- que siguen al lado de las personas cuando superan la primera emergencia y ya no son necesarios los apoyos específicos y especializados”.
La razón de ser del voluntariado de Cáritas es “el servicio”. Así lo viven a diario “estos vecinos de la puerta de al lado” que, como asegura el Papa Francisco, dedican su tiempo a atender a los que más lo necesitan. “Ser voluntaria en Cáritas es lo que me ayuda a armonizar la forma de estar, de trabajar con lo que soy y con lo que quiero llegar a ser”. “A veces pienso que he nacido así, como voluntaria”, señala Marce, voluntaria de Cáritas Valladolid.
Para Marce, esta labor gratuita y desinteresada supone un “gran crecimiento personal”. “Hay gente muy solidaria, hay proyectos maravillosos, pero a mí me importa no solo lo que hago, sino cómo lo hago. Y Cáritas tiene una forma diferente de hacer, que es coherente con lo que yo siento, con lo que soy y con lo que busco. Por eso decidí trabajar en el entorno de Cáritas”, apunta.
Un valor presente en los jóvenes
Querer ayudar a los demás es una motivación que sigue presente en el corazón de muchos jóvenes. En Cáritas somos testigos privilegiados de ese anhelo de bien, que anida en la vida de las nuevas generaciones. “Voy al voluntariado a mi parroquia cada sábado por la mañana. Cada vez que salgo y llego y a mi casa me digo: `vengo con el corazón contento’. Vuelvo con una gran energía porque lo que yo creo que doy, lo recibo por el triple”. Así lo vive Rosa. Para esta joven voluntaria de Cáritas Madrid, el voluntariado es “un estilo de vida, todo para bien”.
En medio de una realidad compleja y difícil que exige lo mejor de nosotros mismos, el voluntariado nos enseña a mirar la realidad sufriente y a comprometernos con las personas más débiles. Porque no se trata de “dar” -dar tiempo libre o dinero- sino de “darse”, como recuerda el Papa en su mensaje con motivo de la VII Jornada Mundial de los Pobres.
Unidos al Santo Padre, Cáritas agradece a sus personas voluntarias el tiempo y la vida que entregan para acompañar a los que más lo necesitan y anima a todos y a cada uno a ser voluntario porque a través de este bien compartido construimos una sociedad mejor, más justa y más fraterna.