El nivel de exclusión social es mayor entre aquellas familias cuya sustentadora principal es una mujer. El 21,4% de esos hogares están en situación de exclusión, mientras que, en el caso de los hombres, la exclusión es del 16%. Así lo refleja la sexta Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales realizada el verano pasado para el IX Informe FOESSA, que será presentado a finales de este año.
Aunque en los últimos años, se ha registrado una mejoría más rápida en los hogares encabezados por mujeres, la situación está lejos todavía de la igualdad. Esta brecha de género persistente mueve a Cáritas a visibilizar y denunciar, con motivo del Día Internacional de la Mujer, las múltiples desigualdades que sufren las mujeres que acompaña.
“La falta de acceso a recursos, la precariedad laboral, la brecha salarial y la carga desproporcionada de los cuidados (muchas madres solas con menores a cargo) son factores que las condenan a una vida de inestabilidad. No podemos hablar de justicia social sin abordar estas desigualdades y sin exigir políticas que promuevan la equidad y la inclusión”, señala Leticia Escutia, responsable del programa de Mujer de Cáritas Española.
La desigualdad económica impacta de manera diferencial en las mujeres, perpetuando su situación de vulnerabilidad. La brecha salarial de género alcanza un 19,6%, lo que equivale a que las mujeres cobren de media 5.212,74 euros menos al año que los hombres. Esto se debe a factores como la carga de los cuidados, la segregación horizontal en sectores feminizados con baja remuneración y la segregación vertical que limita el acceso a puestos de dirección.
Además, la tasa de desempleo femenina (12,54%) sigue siendo superior a la masculina (10,02%). En este contexto, el 65% de las personas atendidas en programas de empleo de Cáritas han sido mujeres (36.128), principalmente mayores de 45 años con estudios básicos y un creciente número de migrantes.
A esto se suma el hecho de que un gran número de mujeres se vean abocada a trabajar en la economía sumergida. Así, muchas empleadas del hogar (en su mayoría internas), jornaleras, cuidadoras y limpiadoras trabajan sin contratos ni protección social, enfrentando jornadas extensas, salarios bajos y despidos arbitrarios. La situación es aún más grave para las mujeres migrantes, muchas de ellas, además, en situación administrativa irregular.
“Ante esta realidad, Cáritas reivindica el acceso al mercado laboral en igualdad de condiciones, con trabajos dignos y sin discriminación de género. Se exige la formalización del empleo en sectores precarizados como el doméstico, agrícola y de servicios, así como la eliminación de barreras administrativas para las mujeres migrantes, garantizando permisos de residencia y trabajo justos. También se demanda el reconocimiento social y mejores condiciones laborales para trabajos esenciales desempeñados mayoritariamente por mujeres”, asegura Leticia Escutia.
El acompañamiento a las mujeres en situación de vulnerabilidad y/o exclusión social, una prioridad para Cáritas
Ante la celebración el 8 de marzo del Día de la Mujer, Cáritas Diocesana de Huelva lleva años trabajando de manera transversal dentro de todas sus áreas el tema de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, así como poniendo el énfasis en la detección de situaciones de especial vulnerabilidad que pueden sufrir las mujeres. Además desde Cáritas se pone el foco en el agravamiento de la situación de vulnerabilidad de las mujeres que sufren algún tipo de violencia por ser mujer. Estas situaciones son acompañadas a través del proyecto AMMAR y los talleres de intervención y educación familiar que se organizan desde el Área de Familia.
Hay que tener en cuenta que la población de mujeres que Cáritas Diocesana de Huelva atiende está constituida por mujeres que viven distintas situaciones de pobreza, exclusión, marginación y violencia. Son mujeres tanto españolas como migrantes, víctimas de discriminaciones importantes y múltiples, que muchas veces tienen imposibilidad de acceder a sus derechos más básicos (educación, vivienda y empleo). Además, la figura principal que acude a los espacios de acogida son fundamentalmente mujeres, ya que son las que habitualmente encabezan sus familias. Por otro lado hay un porcentaje muy alto de familias monoparentales con hogares encabezados por mujeres. Son ellas las que en la mayor parte de los casos asumen la responsabilidad de tirar hacia delante con sus familias porque muchas veces sus parejas no desempeñan un papel importante en el entorno familiar.
En muchas ocasiones hay conductas y sucesos en sus vidas que inciden muy negativamente en la salud integral de estas mujeres: distintos tipos de dependencia, ser víctima de explotación sexual o estás en contexto de prostitución, vivir o haber vivido malos tratos físicos y psicológicos, no tener pautas claras de cuidados de la propia salud… Por ello es importante dar una respuesta para fortalecer su salud integral. En este sentido, Cáritas Diocesana de Huelva desempeña acciones concretas para paliar esta problemática. Dentro del proyecto AMMAR para promover la igualdad de género y favorecer la integración social y el desarrollo personal de las mujeres, se desarrollan talleres orientados a mejorar su promoción. Además de esta actividad, se visita a las mujeres en situación de sinhogarismo para conocer su realidad en primera persona y crear un vínculo que impulse el trabajo con la mujer. También, según la problemática de la mujer, se comienza a trabajar un proceso personal con la mujer donde ella es la protagonista de su propio cambio donde es acompañada en todo momento.
Otra de las acciones realizada desde el Área de Familia en las parroquias de Huelva ciudad cabe destacar el trabajo de intervención y educación familiar que se realiza en varias parroquias desde hace más de seis años. Se trata de una acción que se va consolidando en algunas parroquias de la periferia de Huelva como son la de San Fco de Asís, la de Sagrada Familia, Ntra Sra del Carmen y Ntra Sra de los Dolores, que siguen apostando por tratar de ofrecer una respuesta integral a las problemáticas y necesidades detectadas en las familias atendidas. En ellos participan mujeres con graves dificultades socioeconómicas, a las que se acompaña durante varios meses con el fin de promover su desarrollo y crecimiento personal, detectando y trabajando sus carencias y reforzando sus capacidades o potencialidades de manera que se conviertan en protagonistas de su proceso de cambio, y se involucren más en la resolución de sus problemas.
Principales víctimas de las crisis humanitarias
A nivel mundial, las mujeres y niñas siguen siendo las principales víctimas de crisis humanitarias, conflictos armados y desastres naturales. En 2023, el número de mujeres asesinadas en conflictos armados se duplicó, representando el 40% de las víctimas mortales. Además, la violencia sexual en contextos de guerra aumentó un 50%, convirtiendo los cuerpos de las mujeres en otro campo de batalla. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el 62% de las mujeres en movilidad han manifestado sentirse inseguras durante su desplazamiento, y una de cada tres no se siente segura en su destino.
“A pesar de las dificultades, muchas mujeres han logrado salir adelante, demostrando una enorme fortaleza, resiliencia y capacidad de superación. Han enfrentado violencia, discriminación y barreras sistémicas, pero con el apoyo adecuado y el acceso a oportunidades, han conseguido transformar sus realidades y construir un futuro digno para ellas y sus familias. Es imprescindible seguir apostando por iniciativas que fomenten la equidad, la autonomía económica y la formación en igualdad de oportunidades”, indica la responsable del programa de Mujer de Cáritas Española.
Cáritas reivindica la necesidad de un compromiso firme con la igualdad entre mujeres y hombres. En pleno siglo XXI, la desigualdad de género sigue siendo una de las mayores barreras para el desarrollo humano y la justicia social. Promover una sociedad equitativa, donde todas las mujeres puedan vivir con dignidad y derechos plenos, es una tarea urgente y necesaria.