Mari Carmen: “No tenemos hora, estamos siempre disponibles”

Cuando se declaró el estado de alarma a causa de la pandemia de la Covid-19, Mª Carmen Camacho, voluntaria de Cáritas Parroquial de Beas, se encontraba en el campo. Esos días, recuerda, “las llamadas no pararon de llegar por parte de los usuarios. Estaban asustados por lo que veían en las noticias y sentían una tremenda ansiedad”. Y es que, según cuenta la voluntaria, muchas fueron las personas que de un día para otro se quedaron sin nada.

En esos momentos, parte del equipo de voluntariado que forma Cáritas Parroquial de Beas se tuvo que resguardar, ya que eran personas mayores. Además, la situación de restricción de la movilidad y la apertura, impidió al equipo seguir abriendo la acogida presencial, aunque la telefónica nunca cesó. Por ello, Mª Carmen, siendo una de las más jóvenes, estuvo al frente y tuvo una muy buena coordinación con el Ayuntamiento de la localidad y los Servicios Sociales. “ En las primeras semanas del confinamiento, yo me hice cargo de la asistencia tanto de las familias con las que ya trabajábamos como de aquellas que nos derivaba el Ayuntamiento. Desde mi casa hacía los vales de alimentos y la Policía Local se los llevaba a las familias”. Para este trabajo, Mª Carmen resalta que fue vital la coordinación para actuar rápido y con calidad. “Además, Cáritas Diocesana de Huelva siempre estuvo ahí, preocupándose por nosotros y orientándonos para atender a las personas”.

El teléfono ha sido clave en esta crisis, ya que se convirtió en un aliado para estar cerca de las personas. “Cuando alguien te necesitaba te llamaba, lo escuchabas e intentabas ayudarle, pero nos hemos encontrado con muchas situaciones nuevas que no sabíamos muy bien cómo tratar y aliviar. Fueron momentos muy duros para muchas personas”.

Han sido muchos los problemas psicológicos que la crisis de la Covid-19 ha supuesto para muchas personas que tenían una vida normalizada y que de repente, se encontraron en una situación de vulnerabilidad, perdiendo sus trabajos y quedándose sin su sustento principal. “Escuchamos el llanto de las personas que lo estaban pasando mal, y en ese momento, escucharles, apoyarles e intentar entenderles era, a veces, la única cosa que podíamos hacer. Estar disponibles para ellos, porque Cáritas Beas no ha tenido horarios, estamos disponibles siempre”, confiesa Mª Carmen.

Una vez superadas las semanas más duras de confinamiento y las restricciones más fuertes, el voluntariado de Cáritas Parroquial de Beas ha vuelto a su labor aunque “en ningún momento lo dejaron, porque aunque las voluntarias de más edad tuvieron que quedarse en casa, siempre estaban atentas, preocupadas y disponibles para todo lo que pudieran hacer. Las personas mayores hacen una labor increíble porque son constantes, conocen al pueblo y tienen disponibilidad”. Poco a poco, también fue volviendo el equipo más joven, “personas como Maleni, Maribel y Miriam empezaron a hacer los repartos, tanto fuera como en la sede”.

En estos momentos, Cáritas Parroquial de Beas ha vuelto a abrir la acogida presencial con un sistema de citas para evitar colas, con la intención de escuchar a las personas y tomar una decisión personal para cada una de ellas. Después de la vivencia acaecida, después del año 2020 y lo que aún estamos viviendo, Mª Carmen expresa que “tienes que estar preparada para situaciones inesperadas y que, a veces, esa preparación te la da el Señor”.

Sin duda, el voluntariado de la Cáritas Parroquial de Beas ha sido el principal motor que ha hecho posible la labor de atención social que han realizado, demostrando una buena coordinación con otras entidades y administraciones. “Sin olvidar al pueblo, que también se volcó con las realidades más duras, haciendo donaciones y preocupándose por ellas”.

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