Un voluntariado comprometido en tiempos de pandemia

Los voluntarios y voluntarias de Cáritas son los pilares de la acción Sociocaritativa de la Iglesia y han estado al frente de la acción cuando todo cerraba. Cuando estalló el estado de alarma, fueron estas personas voluntarias las que estuvieron atendiendo desde el teléfono, desde la acogida de la Parroquia o desde sus propias casas. Ellos y ellas han estado presentes, de una u otra manera, para atender las situaciones de necesidad que muchas personas han sufrido por la pandemia de la Covid-19.

Ejemplo de esta acción comprometida son Manolo Roque, de 66 años y Luciano Ortiz, de 67, que llevan como voluntarios de Cáritas Parroquial de Lepe desde hace más de 10 años. Ambos son parte del Programa de Asentamientos, un proyecto de acompañamiento parroquial y de atención a las personas que viven en los asentamientos chabolistas. Concretamente, ellos se centran en los asentamientos de Lepe, donde realizan junto con técnicos y otras personas voluntarias un trabajo integral con las personas que residen en estos núcleos.

Dentro de sus actividades como voluntario, Luciano se ocupa de preparar en la Parroquia las bolsas de alimentos que al día siguiente llevan a los asentamientos, “cuando vamos intentamos ayudar a todos aquellos que lo necesitan e intentamos apotarles lo que les falte, bien sea comida, medicinas o si necesitan otra cosa, como ir al médico”, cuenta Luciano.

Cuando se declaró el estado de alarma, muchas personas de la Cáritas Parroquial de Lepe tuvieron que resguardarse, ya que eran grupo de riesgo, “pero esto nunca cerró, estuvimos ahí de una manera o de otra para echarle la mano a quien lo necesitara”, confiesa. En esos momentos hubo muchas familias que perdieron sus trabajos y no podían hacer frente a los gastos de la casa, “menos mal que Cáritas hizo real el lema de #LaCaridadNoCierra”.


Manolo, por su parte, cuenta que en su voluntariado cada uno de ellos hace de todo, “cubrimos todas las necesidades que nos pidan, desde la comida, viajes que tengan que hacer por trabajo o pagos de recibos, valorando cada caso individualmente”.

La atención en la Parroquia está marcada por un horario semanal pero, “aunque pongamos horas de atención, cuando hay una urgencia siempre estamos disponibles”.

La visita a los asentamientos la realizan una vez en semana, siempre acompañados por un técnico de Cáritas Diocesana, “vamos por la mañana para atender al que no está trabajando y echarle una mano en lo que le haga falta”. Con motivo de la pandemia, comenzaron a llevarles mascarillas, equipamiento de higiene y sobre todo “les informábamos de lo que sabíamos sobre el virus, lo que tenían que tener en cuenta para cuidarse… Pero claro, nos pedían que nos laváramos las manos cuando ellos no tenían ni agua”. Roque expresa la impotencia que siente cada vez que ve las condiciones en las que viven, “es muy frustrante, son condiciones que ninguna persona merece”.

Ambos expresan que decidieron ser voluntarios de Cáritas porque siempre les gustó ayudar, servir y dar a los demás, “haz el bien sin mirar a quien”, sonríen entre ellos. No dudan en seguir siendo voluntarios ya que “siempre va a haber personas que necesiten una mano en algún momento y nosotros queremos estar ahí. Solo con que nuestro voluntariado ayude a una persona, ya nos merece la pena”.

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