Más de 518.800 personas trabajan como empleadas de hogar en nuestro país, pero el pasado mes de enero solo 378.805 estaban afiliadas en el Régimen de la Seguridad Social. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), alrededor del 30 por ciento no tienen contrato. Estas bajas cifras de afiliación -unido a que se trata de un sector muy feminizado (el 95% son mujeres) y la mayoría de origen extranjero- hace que se encuentren en una situación de especial vulnerabilidad.
Una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) además ha dictaminado que España discrimina a las trabajadoras del hogar al negarles la prestación por desempleo. “Tenemos que poner en valor lo que estas personas realizan, ya que cuidan de lo que más queremos: nuestro hogar, nuestra familia… Es un sector que está muy desprotegido ya que las ofertas van de boca en boca”, subraya Toñi Gallardo, responsable de Empleo de Cáritas Diocesana de Huelva.
Frente a esta realidad y con motivo de la celebración -el 30 de marzo- del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, Cáritas reclama un aumento de los niveles de protección de estas trabajadoras.
Pérdida de derechos
La actual vulneración de derechos laborales en el campo del empleo doméstico afecta a todas las facetas de la vida de la mujer. Muchas veces la falta de tiempo libre les impide cualquier tipo de conciliación familiar y personal, mientras que las elevadas tasas de temporalidad e irregularidad salarial aumentan la precariedad y restringe el acceso a las prestaciones.
Esta pérdida de derechos provoca además indefensión en la mujer que, a menudo, no es consciente de sufrir explotación, normalizándola y pensando que es un paso necesario para conseguir un trabajo mejor. En el caso de las mujeres inmigrantes, al estar fuera de su país de origen, asumen que deben “aguantar” todo. Muchas de ellas, incluso, son conscientes de sufrir vulneraciones, pero no lo denuncian por miedo a perder el trabajo, por creer que no sirven para nada o por no sentirse legitimadas de hacerlo.
Desde el programa de Empleo y el Servicio de Orientación y mediación laboral, a través del Fondo social europeo, Cáritas Diocesana de Huelva acompaña a las empleadas de hogar y a las familias para asegurar que se cumplen los derechos de las trabajadoras, así como las necesidades de las personas empleadoras. “Todas las personas que quieran dedicarse a esto tienen que tener una formación previa, ya que es un trabajo delicado porque cuidan de personas mayores, niños, niñas y personas con discapacidad. Por eso intentamos que toda la gente tenga formación mediante cursos de la entidad o formaciones de otras entidades”, cuenta Gallardo.
Cáritas Diocesana de Huelva, como agencia de colocación, aplica todas las exigencias que establece la ley como son las de seguridad social, la regularización de los sueldos y los descansos. Desde su programa de empleo hacen un trabajo de sensibilización muy grande, ya que informan de cómo hacer esto de manera legal y cumpliendo todos los requisitos para evitar cualquier tipo de abuso. Además de ser una oportunidad económica para las personas, también es una oportunidad para regularizar su situación administrativa. “Hay empleadores y empleadoras que están dispuestas y que tienen esa sensibilidad. Desde Cáritas le hacemos todas las gestiones para facilitarles todo lo posible”, comenta Gallardo.
Un ejemplo de buenas prácticas es Juanma, que contactó con Cáritas Diocesana de Huelva para buscar una persona interna que cuidara de su madre. En ese momento, “había una chica que aún no tenía el permiso de trabajo, hacía 3 años que estaba en el país y cumplía todos requisitos para regularizar su situación”, apunta Toñi Gallardo. En ese momento Juanma no se lo pensó, creyó que era lo correcto y lo más justo, “es un trabajo muy duro y no todas las personas lo valoran, incluso a veces las desprestigian y debería de ser todo lo contrario porque tenemos que tener en cuenta que están cuidado de nuestros familiares, lo que más queremos”, dice Juanma.
Juanma es una de esas personas que apostó por regularizar la situación de Yoli, que así se llama la empleada del hogar que cuida de su madre. “Y es que gracias a hacerlo de manera legal ella está asegurada realizando este trabajo, ha podido formalizar su situación y conseguir su arraigo, es lo justo y deberíamos de tener más empatía a la hora de hacer estas contrataciones”, apunta Juanma, que no deja de insistir en lo contento que está al ver a su madre feliz y cuidada.
Por eso Cáritas recuerda en este día la importancia de tomar consciencia sobre este trabajo y las vulneraciones que se permiten, además que, como apunta la entidad «todas las profesiones tienen alguna plataforma para luchar por sus derechos y en este caso quienes nos reunimos son las asociaciones para luchar y revindicar por este colectivo”.
Es una profesión que va creciendo, ya que somos una sociedad cada vez más longeva y “la respuesta que da la administración no cubre las necesidades de este colectivo. Por eso tenemos que darle importancia a la formación de estas personas”, finaliza Gallardo.